martes, 22 de marzo de 2016

8 marzo 2016: lectura de textos sobre mujeres griegas y romanas. Alumnos de Latín y Griego.


   Sabemos que las sociedades de la Antigüedad Clásica, la sociedad griega y la romana, fueron patriarcales, machistas y con frecuencia misóginas. Sabemos que en Roma y, sobre todo en Grecia, la mujer carecía de un papel activo en la vida pública, que vivía relegada a un segundo plano, tutelada siempre por un varón. Situación injusta, nos decimos, hoy inconcebible. Y, sin embargo, griegos y romanos mostraron en ocasiones más respeto y atención hacia la mujer que las sociedades posteriores y que algunas actuales.

Ecastor lege dura vivont mulieres
multoque iniquiore miserae quam viri.  (…)
Utinam lex esset eadem quae uxori est viro.  




         ¡Por Cástor que  bajo una ley dura viven las mujeres y con mucha más injusticia, desgraciadas, que los hombres! ¡Ojalá hubiera una misma  ley para la mujer y para el hombre!  
 (Palabras de Syra, personaje de la comedia Mercator de Plauto. Roma, s.III a.C.)

   La verdadera intención de eliminar cualquier diferencia entre mujeres y hombres en el ámbito de los derechos civiles no se abrió paso hasta el s. XX. Es entonces cuando se inicia el difícil camino de la lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Pero siempre hubo antes mujeres que hicieron oír su propia voz en un mundo de hombres, mujeres que no se resignaron al oscuro papel que les imponían las leyes y las costumbres.  
 
SAFO
   En el s. VI a. C., en la isla griega de Lesbos, vivió esta poeta de exquisita sensibilidad. Su poesía es la primera expresión literaria del amor en occidente. Y es también la primera mujer que canta y expresa su homosexualidad. Poetas romanos como Catulo y Horacio la admiraron e imitaron y a través de ellos ha ejercido un inmenso influjo en las literaturas modernas. Su figura, sin embargo, ha sido incomprendida, vilipendiada e injustamente manipulada a lo largo de los siglos, producto de prejuicios de todo tipo. 
 

Φαίνεται μοι κήνος ίσος θέοισιν

ίμμεν' ώνηρ δττις ενάντιος τοι Ισδάνει

χαΐ πλάσιον αδυ φωνεΐ- σας υπακούει,


Me parece igual a los dioses
aquel hombre que enfrente de ti
se sienta y de cerca tu dulce voz
             escucha
y tu dulce reír. Eso, lo juro,
el corazón en mi pecho con fuerza golpea,
pues nada más que te miro, al instante, de voz
            nada me queda.
 La lengua se me quiebra, y un sutil
fuego en seguida me recorre por debajo la piel.
Con mis ojos no veo nada, y los oídos
            me zumban,
y me recorre un frío sudor, y un temblor
hace presa de mí toda, y más pálida que la hierba
estoy. Y estar muerta por poco
           me parece...
 



  ASPASIA
      Atenas, s.V a.C. Una mujer extranjera en una sociedad basada en el predominio del varón y del ciudadano estuvo presente en el mundo intelectual próximo a Sócrates, de quien fue maestra de retórica. Cortesana y oradora, a su fama como ἑταίρα se unió el reconocimiento de políticos y filósofos. Fue compañera de Pericles durante más de 20 años y a su lado enfrentó duras acusaciones de sus adversarios políticos y soportó los intentos por ridiculizarla de quienes no toleraban que una mujer llevara una vida libre e independiente, impropia de una esposa ateniense.

“Ahora parece el momento de preguntar qué artes o qué poder tenía esta mujer, puesto que era capaz de dirigir a su antojo a los principales hombres del estado y ofrecía a los filósofos la ocasión de discutir con ella en términos exaltados y durante mucho tiempo.”
(Plutarco, Vida de Pericles)


 

    HIPARQUIA
"¿Crees tú que he tomado una mala decisión sobre mí misma cuando dediqué a mi educación el tiempo que iba a perder en el telar?”
  Con estas palabras contestó Hiparquia al filósofo Teodoro, quien no creía que la filosofía era apropiada para las mujeres.  Hiparquia, en el s. IV a.C., en la ciudad griega de Maronea, decidió seguir la filosofía de los cínicos: discípula de Diógenes, compañera del filósofo Crates, compartió con él una vida coherente con las tesis cínicas, rechazando las convenciones sociales y siguiendo los impulsos naturales. No se ha conservado ninguno de los tres libros que escribió.
Dos siglos más tarde de su muerte, el poeta Antípatro le dedicó este epigrama:
Yo, Hiparquia, no seguí las costumbres del sexo femenino,
sino que con corazón varonil seguí a los fuertes perros.
No me gustó el manto sujeto con la fíbula,
ni el pie calzado y mi cinta se olvidó del perfume.
Voy descalza, con un bastón, un vestido me cubre los miembros
y tengo la dura tierra en vez de un lecho.
Soy dueña de mi vida para saber tanto
y más que las ménades para cazar.


  CORNELIA
En el siglo II a.C. Cornelia fue un modelo de matrona romana. Hija de Escipión el Africano, el vencedor de Aníbal,  y esposa de un cónsul, cuando quedó huérfana y viuda rechazó volver a casarse y, sin la presencia de un pater familias, asumió la responsabilidad de educar a sus hijos.  

Mujer culta e inteligente, contribuyó a difundir la cultura helenística en Roma. Defendió las políticas reformistas que sus hijos Tiberio y Cayo llevaron a cabo en una Roma inmersa en una crisis económica donde el hambre se llevaba a multitud de ciudadanos. Ante la ostentación que otras damas patricias hacían del lujo y de sus joyas, Cornelia mostraba a sus hijos con orgullo: “Haec ornamenta sunt mea” (Estas son mis joyas).  Su valentía le valió el reconocimiento de la aristocracia romana: vio cómo se erigía una estatua suya en el Foro. Era la primera vez que se daba ese privilegio a una mujer.  

     HORTENSIA
   En el s. I a.C., en Roma, nació Hortensia, hija de uno de los mejores oradores de la época. Educada en un ambiente de cultura, se dedicó al estudio de la oratoria mediante la lectura de los discursos de su padre y de prominentes oradores griegos. En el año 42, tras la muerte de Julio César, se desencadenó una guerra civil entre sus asesinos y sus defensores. Estos, al mando del segundo triunvirato, decretaron un edicto que establecía que las mujeres más ricas de Roma debían realizar una contribución extraordinaria al Estado para hacer frente a los gastos militares.
   Se produjo entonces un levantamiento femenino por parte de las mujeres afectadas: Hortensia habló en el foro en un discurso que ha pasado a la historia. Al dirigirse a la multitud desde la tribuna de oradores, abandonó de forma escandalosa la esfera privada, eminentemente femenina, por un entorno exclusiva y tradicionalmente masculino, y frente a la pasividad y al silencio que se esperaba y se deseaba de la matrona, tomó la iniciativa y la palabra, ejerciendo además la oratoria, que estaba reservada únicamente al ciudadano romano en el ejercicio de derechos y deberes para con el Estado. Al día siguiente los triunviros rebajaron el impuesto.
   “Nos habéis privado de nuestros padres, de nuestros hijos, de nuestros maridos y nuestros hermanos con el pretexto de que os traicionaron, pero si además nos quitáis ahora nuestras propiedades, nos reducís a una condición más que inaceptable para nuestro origen, nuestra forma de vivir y nuestra naturaleza. Si nosotras os hemos hecho cualquier mal -como afirmáis que nuestros maridos os han hecho-, castigadnos también como a ellos. Pero si nosotras, todas las mujeres, no hemos votado a ninguno de vuestros enemigos públicos, ni derribado vuestra casa, ni destruido vuestro ejército, ni dirigido a nadie contra vosotros; si no os hemos impedido obtener los cargos ni honores ¿por qué compartimos los castigos si no participamos de los crímenes? ¿Por qué pagamos tributos, si no compartimos la responsabilidad en los cargos, los honores, mandos militares, ni, en suma, en el gobierno, por el que lucháis entre vosotros mismos con tan nocivos resultados?”

     SULPICIA

   Sólo se han conservado seis poemas escritos por una mujer romana, y los seis pertenecen a Sulpicia. En el s. I a. C.,  huérfana de padre, Sulpicia se crió bajo la potestas de su tío Mesala, hecho que le permitió moverse en los círculos literarios de la época y una libertad poco común para las mujeres romanas. Se atrevió a expresar un amor que en Roma se encontraba prohibido para las mujeres, quienes debían limitar su sexualidad al matrimonio.
 
 
 
Tandem venit amor, qualem texisse pudori
quam nudasse alicui sit mihi fama magis.            
Exorata meis illum Cytherea Camenis   
attulit in nostrum deposuitque sinum.                
Exsolvit promissa Venus: mea gaudia narret,
dicetur si quis non habuisse sua
               
Por fin llegó el amor. Me reprochan que
lo haya ocultado tanto a mi pudor como
no haberlo descubierto a nadie. Venus me
lo trajo y lo dejó caer en mi pecho. Venus
cumplió sus promesas: que cuente mis goces
aquel que diga que no ha tenido los suyos.


    HIPATIA
Mujer de preclara inteligencia y espíritu libre. Por su agudo intelecto, vastos conocimientos, dotes de magisterio y carisma personal, brilló entre los eruditos de la época en la Alejandría del s.IV d. C. 
Educada por su padre, el astrónomo Teón, destacó en los estudios de geometría, álgebra, lógica, filosofía y astronomía. Fue maestra de un selecto grupo de aristócratas cristianos y paganos: su casa se convirtió en un centro de saber y conocimiento. Hipatia, la primera mujer matemática de la que tenemos un conocimiento seguro y detallado, murió asesinada por una turba de fanáticos cristianos: su muerte simbolizó el fin de la ciencia antigua.
“Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar”.

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"Examinad todas las leyes relativas a las mujeres con las que vuestros antepasados sujetaron sus libertades y mediante las cuales las sometieron a sus maridos. Y aun estando limitadas por todas estas restricciones, apenas las podéis dominar. ¿Qué ocurriría si les permitierais desbaratar esas leyes una a una, dislocarlas y, en fin, que se igualasen a sus maridos? ¿Creéis que podríais soportarlas? En cuanto comiencen a ser iguales, serán superiores".
 Extemplo simul pares esse coeperint, superiores erunt.
Palabras de Marco Porcio Catón, pronunciadas en Roma en el año 195 a.C. (Tito Livio)