Zeus en uno de sus múltiples encuentros con jóvenes damas, un día se encontró a Leto, hija de los titanes Ceo y Febe. Zeus al poco tiempo de conocerla se unió a ella. Cuando Leto quedó embarazada, Hera -esposa de Zeus- sintió celos de ella y para castigarla prohibió que Leto pudiera dar a luz en cualquier parte de la Tierra. Como consecuencia, Leto andaba errante, buscando un lugar que estuviera fuera de la cólera de Hera para tener a sus hijos.
Después de mucho andar, Leto encontró asilo en una pequeña isla desierta conocida como Ortigia entre los dioses donde pudo tener a sus dos hijos. Apolo dios del sol y de la luz y Artemisa, la diosa virgen de la cacería, nacieron en esta isla perdida, y por eso cambió sus nombre a Delos, la brillante, y además fue recompensada por los dioses, quienes le otorgaron cuatro columnas bajo ella para que siempre estuviera firme.
Leto tuvo que sufrir los dolores de parto durante nueve días y nueve noches, ya que si bien todas las diosas llegaron para asistirla en la empresa, Hera y Ilitía, quien era la diosa de los partos, se habían quedado en el Olimpo. Al cabo de los nueve días, todas las divinidades llamaron a Ilitía, con la condición de que si iba le regalaban un collar de oro y ámbar de nueve codos de longitud. Ante esto, Ilitía no se negó y los divinos niños nacieron. De ahí nacieron Apolo y Artemis.
Hera entonces consiguió que Gea creara a la serpiente pitón (gran serpiente, hija de Gea) para que matara a los niños, pero Apolo se convierte en un joven en solo cuatro días y la mata.
Hera debido a los celos de Zeus, transforma a Leto en una loba.
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