El próximo martes 17 de abril, justo después de volver de las vacaciones de Semana Santa, nos vamos al Palacio de Festivales en Santander para asistir al Festival de Teatro Grecolatino del 2012. Como ya sabéis, veremos una tragedia de Eurípides sobre el personaje de Ifigenia. Aunque tal vez tendríamos que decir que veremos dos tragedias en una, pues parece que lo que el grupo "Balbo" nos va a ofrecer es un montaje propio basado en las 2 tragedias que escribió Eurípides sobre Ifigenia.
Aunque ya todos conocéis la triste historia de esta muchacha, no está de más volverla a recordar. Todo empieza en Áulide, el puerto donde se reunieron los ejércitos griegos, al mando de Agamenón, dispuestos a zarpar hacia Troya para vengar el rapto de Helena. Como la falta de viento no permitía que zarparan las naves, se consultó al adivino de turno, en este caso, Calcante. La respuesta fue clara: Agamenón debía ofrecer a su propia hija Ifigenia en sacrificio a la diosa Ártemis. El jefe griego envió sin dudarlo unos mensajeros a Micenas para que llevaran hasta Áulide a la pobre Ifigenia, a la que engañaron haciéndole creer que iba a casarse con el mejor de los griegos, con Aquiles.
A Ifigenia la acompañaron su madre Clitemnestra y su hermano pequeño, Orestes. Y aunque Agamenón empezó a arrepentirse de lo que se disponía a hacer, la presión de los guerreros griegos le impidió rectificar. El propio Aquiles, al conocer la verdad, intentará evitar el sacrificio. Pero Ifigenia, quien al principio había suplicado piedad a su padre, acabará por aceptar su destino para, de esa forma, permitir que los griegos venguen la ofensa recibida por los troyanos.
Como seguro que recordaréis, en el último momento Ártemis salvó a la joven de la muerte.
Aquí tenéis un cuadro de Charles dela Fosse ( s.XVII) que refleja ese momento.
Pero, ¿a dónde la llevó? In terram Tauricam, ¿recordáis? A la Táuride, o Taúrica, en la costa meridional de la actual península de Crimea (Ucrania). Allí vivía un pueblo que, según la leyenda, tenía la fea costumbre de sacrificar los náufragos que llegaban a su orilla a una diosa virgen que los griegos identificaron con Ártemis. Ifigenia, una vez en Táuride, se convirtió en sacerdotisa de la diosa que la había arrancado de la muerte, y, paradojas de la vida, era la encargada de iniciar los ritos de tan cruentos sacrificios, ella, que había escapado a uno. Aquí la tenéis, pensativa, contemplando la costa, esperando, quién sabe, la llegada de nuevas víctimas.
Pero he aquí que el destino quiso que un día llegaran a Táuride dos apuestos jóvenes. ¿Quiénes?, preguntaréis ansiosos. Ifigenia no lo reconoció, pero uno de ellos era Orestes, su hermano menor, aquel que la había acompañado a Áulide junto con su madre. ¿Qué hacía allí? Huir de las Furias, de las Erinias, que lo atormentaban sin descanso por haber matado a su propia madre. Sí, la mató, para castigarla, porque Clitemnnestra, a su vez, había matado a Agamenón, su marido y padre de Ifigenia y Orestes, en cuanto éste puso un pie en Micenas después de terminada la guerra de Troya. Aquí tenéis a Orestes, junto al cadáver de su madre, perseguido por las Furias.
Pues bien, un oráculo le había comunicado a Orestes que sólo haciéndose con la estatua de Ártemis que se encontraba en el país de los Tauros se libraría de semejante tortura. Y por ese motivo viajó a Taúride acompañado de su buen amigo Pílades, que, como recordaréis los de Latín II, le había ayudado a cometer el asesinato de Clitemnestra. Allí son capturados y llevados al templo de Ártemis, donde serían sacrificados. Ifigenia, al ver que son griegos, les pide noticias de su familia. Y acepta perdonar a Orestes si regresa a Grecia a llevar, a su vez, noticias de ella. Pílades debe quedarse y morir. ¡Vaya lío! Es el momento del inconmensurable gesto de amistad de Orestes, que ofrece dar su vida para salvar la del amigo. Y, por fin, el momento en el que ambos hermanos se reconocen. La tragedia "Ifigenia en Taúride" termina con el regreso de los tres a Grecia.
Este mosaico, que no vimos en los Museos Capitolinos el año pasado (habrá que volver), representa a los dos hermanos. Ifigenia sostiene en sus manos la estatuilla de Ártemis.
Espero que os sirva para seguir mejor la trama y los personajes de lo que veremos el día 17.
Pero he aquí que el destino quiso que un día llegaran a Táuride dos apuestos jóvenes. ¿Quiénes?, preguntaréis ansiosos. Ifigenia no lo reconoció, pero uno de ellos era Orestes, su hermano menor, aquel que la había acompañado a Áulide junto con su madre. ¿Qué hacía allí? Huir de las Furias, de las Erinias, que lo atormentaban sin descanso por haber matado a su propia madre. Sí, la mató, para castigarla, porque Clitemnnestra, a su vez, había matado a Agamenón, su marido y padre de Ifigenia y Orestes, en cuanto éste puso un pie en Micenas después de terminada la guerra de Troya. Aquí tenéis a Orestes, junto al cadáver de su madre, perseguido por las Furias.
Pues bien, un oráculo le había comunicado a Orestes que sólo haciéndose con la estatua de Ártemis que se encontraba en el país de los Tauros se libraría de semejante tortura. Y por ese motivo viajó a Taúride acompañado de su buen amigo Pílades, que, como recordaréis los de Latín II, le había ayudado a cometer el asesinato de Clitemnestra. Allí son capturados y llevados al templo de Ártemis, donde serían sacrificados. Ifigenia, al ver que son griegos, les pide noticias de su familia. Y acepta perdonar a Orestes si regresa a Grecia a llevar, a su vez, noticias de ella. Pílades debe quedarse y morir. ¡Vaya lío! Es el momento del inconmensurable gesto de amistad de Orestes, que ofrece dar su vida para salvar la del amigo. Y, por fin, el momento en el que ambos hermanos se reconocen. La tragedia "Ifigenia en Taúride" termina con el regreso de los tres a Grecia.
Este mosaico, que no vimos en los Museos Capitolinos el año pasado (habrá que volver), representa a los dos hermanos. Ifigenia sostiene en sus manos la estatuilla de Ártemis.
Espero que os sirva para seguir mejor la trama y los personajes de lo que veremos el día 17.
Impresionante entrada , me ha encantado.
ResponderEliminarEspero con ansia que hagas una entrada felicitando a tus buenos alumnos . Se lo merecen , por guapos.
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