martes, 22 de mayo de 2012

En defensa de la educación pública

    Hoy no he ido a trabajar, no he estado en clase con mis alumnos de latín y griego, no hemos traducido el texto sobre la integridad del romano Fabricio ni sabemos cómo acaba la historia del tirano Polícrates, cuya buena suerte fue proverbial. Hoy he salido con mis compañeros a recorrer las calles detrás de una pancarta, a decir no, a decir basta, a gritar contra el error y el horror que se ciernen sobre la educación pública en nuestro país. No debemos permitir que quien gobierna en nuestro nombre, quien gobierna con los votos de los ciudadanos, se vuelva una y otra vez, como perro hambriento, contra esos mismos ciudadanos.
   Quieren quitarnos el bien más preciado que pueda tener una sociedad libre: una educación buena e igual para todos, para quien tiene medios económicos y para quien carece de ellos, una educación que difumine las desigualdades y que ofrezca las mismas oportunidades a todos los ciudadanos, una educación que busque cada día ser mejor para formar personas con criterio propio, con capacidad para pensar y expresarse, para enriquecernos así a todos. Quieren deshacerse con un gesto frívolo de lo que se ha conseguido a lo largo de un duro camino. Quieren dejar sin voz, sin pensamiento y sin palabra a tantos y tantos que no podrán recibir la mejor educación en clases masificadas, que no podrán acceder a estudios superiores por falta de recursos, que no podrán formarse en aquello que les apasiona y para lo que están dotados.
  Es mucho lo que nos quieren quitar, es mucho y es nuestro. No debemos permitir que ellos, que mañana ya no estarán sentados en sus poltronas, causen un daño irreparable a quienes tendrán que ocuparse del futuro.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario