
Un día por la mañana Acteón salió de caza con su jauría, y se despistó de los perros, y de repente escuchó un ruido detrás de unos arbustos. Y fue a ver qué era lo que pasaba: se sorprendió al ver a una mujer desnuda bañándose en el río. Impresionado por su belleza se cayó de espaldas, intentó ponerse en pie pero solo podía hacerlo a cuatro patas. Se miró las manos, y eran pezuñas. Horrorizado se echó las manos a la cabeza y notó un hocico prominente y peludo, en un intento de gritar le salió un horrible berrido que asustó a sus perros. Salió corriendo y fue hacia el rio donde se encontró su reflejo de ciervo. Los perros corrieron tras él, intentó gritarles: ¡ Soy vuestro amo, soy vuestro amo! Pronto le alcanzaron y notaba cómo le iban clavabando en el lomo, la cabeza y las piernas, sus feroces dientes. Un afilado colmillo le atravesó la yugular y perdió en sentido. Al tiempo, los perros murieron de fatiga y hambre en un intentó inútil de encontrar a su amo, a quien sin darse cuenta habían devorado. Os preguntaréis que quién era la bañista y por qué Acteón se convirtió en ciervo. La bañista era la Diosa Ártemis y al verse descubierta por un mortal lo castigó desfigurándolo en ciervo. Porque ningún humano puede ver a un dios y seguir viviendo.
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