Aquí quedan sólo algunos: los que me atraparon con su luz, o sus sombras, con una mirada o un gesto.
El primero fue Turner, londinense del s. XIX, considerado "el pintor de la luz", y sin duda el pintor británico por excelencia. Este óleo, "Ulises burlando a Polifemo" , impecable en su técnica, atrapa el momento en el que Ulises y sus compañeros se alejan de Sicilia tras haber escapado, gracias a la astucia del rey de Ítaca, de la brutalidad del cíclope hijo de Poseidón. El gigante se adivina en las sombras, sobre las montañas a la izquierda, seguramente oyendo unas palabras que no olvidará: "Si alguna vez alguien te pregunta quién te dejó ciego, dile que fue Ulises, rey de Ítaca". En el centro la nave del héroe, y a la derecha, en el horizonte, el Sol comienza su cotidiana carrera, tirado por unos caballos que apenas se intuyen.
El hijo del Sol, el joven e imprudente Faetón, quiso conducir por un día el carro y los caballos de su padre. Pero, como seguro que recordáis, desoyó los consejos paternos, y en su loca carrera por el cielo perdió el control del carro: al acercarse demasiado a la tierra dicen que convirtió en desierto la mayor parte de África e hizo que se volviera negra la piel de los etíopes. Ante tamaño desastre, Júpiter se vio obligado a lanzar un rayo para detener los caballos. El joven auriga cayó y se ahogó en el río Eridano (el actual Po). Es el momento que nos ofrece el pintor barroco alemán Johann Liss (s. XVII) en su cuadro "La caída de Faetón": el joven Faetón se precipita envuelto en una nube de fuego ante la mirada de pánico de sus hermanas y del propio río que lo acogerá, representado como un anciano.
A la misma época pertenece otro pintor barroco, en este caso italiano: Luca Giordano, que pasó diez años en España, dejando frescos en el Monasterio de El Escorial y en otros lugares de la capital. De él queda aquí "Perseo petrificando a Fineo y sus secuaces". En efecto, tras conseguir la cabeza de la gorgona Medusa, sabemos que el héroe rescató a la joven Andrómeda de ser devorada por un monstruo marino. Pero a la boda entre Perseo y Andrómeda se oponía Fineo, tío y prometido de la hermosa joven. Por lo que a Perseo no le quedó más remedio que, en medio del banquete nupcial, sacar la cabeza de Medusa, que aún conservaba su poder petrificador, y deshacerse de su contrincante y cuantos le ayudaban. ¿Veis el color de la piedra que ya van adquiriendo quienes no han podido escapar a tan terrorífica mirada?Casi un siglo antes, Tintoretto, probablemente el último gran pintor del Renacimiento italiano, nos desveló con gran vehemencia "El origen de la Vía Láctea". El mito lo conocemos: Júpiter deseaba la inmortalidad para su hijo más especial: Hércules. Así pues hizo que Mercurio lo acercara al seno de la tantas veces burlada y traicionada esposa Juno. Pero la diosa despertó inesperadamente y la leche brotó de su pecho, creando el camino de estrellas que conocemos como la Vía Láctea. Júpiter aparece en segundo plano, en forma de águila, con el rayo entre las garras; el pavo real acompaña siempre a la diosa Juno (recordad la leyenda de Argos, el de los cien ojos). Y aunque poco se ve en la imagen, del pecho derecho de Juno brota otro chorro de leche, del que sobre la tierra nacerán lirios.
El mismo Eros, podíamos pensar, que no muy lejos de la "National Gallery", parece dispuesto a disparar sus flechas sobre cualquiera de los miles de turistas que nos sentamos a descansar en la popular fuente de Piccadilly Circus . O tal vez no se trate de Eros, sino de su hermano Anteros, que castiga a los que desdeñan y no corresponden al amor de otros. ¡Mucho cuidado con los dioses!
Azucena yo también he estado en la National Gallery y está genial :)
ResponderEliminarTe firmo para que veas que sigo entrando al blog y leyendo tus entradas :)
holiss
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